dimecres, 20 de setembre del 2017

Cataluña y la quiebra de la Constitución del 78




Hoy he escuchado a Rajoy, en una conferencia de prensa sin posibilidad de preguntas -como él está acostumbrado a hacer- afirmar con total rotundidad y convicción que sólo lo que es legal es democrático. La cuestión me parece muy importante, no por el personaje que la ha planteado sino porque mucha gente tiende a pensar eso mismo.Y hacer equivalente uno y otro concepto es muy peligroso, además de falso. 




Ha habido y existen leyes claramente antidemocráticas (incluso las dictaduras y las tiranías montan su legalidad) y prácticas democráticas que no están respaldadas por ninguna ley o que, para hacerlas posible, es preciso desbordar el marco legal. La legalidad no puede ser un fetiche al que se sacrifiquen la legitimidad y los derechos irrenunciables, tanto individuales como de los pueblos. Y esto es también válido referido a las constituciones, que no son otra cosa que el resultado jurídico de la correlación de fuerzas en cada momento histórico. 

Es esto lo que explica que la CE del 78, la “ley de leyes” como la llaman algunos cursis, posea aspectos que son, sin duda, una herencia del franquismo: la sacralización de la “unidad” e “indivisibilidad” de España, la monarquía, la bandera, el papel del ejército, el especial tratamiento a la iglesia católica, el no reconocimiento de la plurinacionalidad del estado…

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