dilluns, 15 de gener del 2018

Nicaragua. La república pendiente


Hace 40 años, la mañana del 10 de enero de 1968, el periodista Pedro Joaquín Chamorro fue asesinado por sicarios de la dictadura de la familia Somoza. Iba solo, ajeno como era a guardaespaldas, al volante de su propio vehículo, cuando los asesinos a sueldo lo emboscaron en un paraje desolado de las ruinas de Managua, devastada por el terremoto de 1972 y le dispararon con una escopeta y llenaron su cuerpo de perdigones.
Una frase suya lo define como pocas: Cada quien es dueño de su propio miedo. Recibía constantemente amenazas de muerte porque en sus editoriales del diario La Prensa, que dirigía, se mostraba inflexible con el sistema somocista que a lo largo de casi medio siglo había desmantelado las instituciones y sometido al país a la violencia represiva, la abyección, el fraude electoral y la corrupción que, ejercida desde arriba, carcomía el andamiaje social.

Pero no eran denuncias huecas, sino que llevaban los nombres y apellidos de quienes a la sombra del Estado lucraban de negocios inmorales, la familia reinante a la cabeza, pues no había letra del alfabeto donde los Somoza no tuvieran empresas privilegiadas: desde el arroz de la A, a la Z de zapatos, pasando por la X que correspondía a negocios desconocidos.



Fue el principio del fin de la dictadura. Miles acompañaron su ataúd desde la morgue hasta su casa, miles más lo siguieron hasta el cementerio, y la indignación popular se desbordó en las calles cuando era velado en las instalaciones de La Prensa en la carretera norte. Y llena de ese furor que acabaría destronando a la dictadura, la gente incendió Plasmaféresis y otros negocios de la familia en las vecindades. Una ola de fuego que ya nadie detendría.

Esto de haber sido en vida la conciencia del país, y el detonante de la insurrección popular con su muerte, es algo que la historia oficial le escatima con absurda mezquindad. Es cierto que en 2012 la Asamblea Nacional lo declaró por unanimidad héroe nacional; pero en el cerrado santoral de la lucha revolucionaria, Pedro Joaquín no figura. La mano del poder lo ha excluido.

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