dimecres, 23 de maig del 2018

La esclavitud infantil se resiste a morir en América Latina


El trabajo infantil se ha reducido en forma sustancial en América Latina, pero todavía 5,7 millones de niñas y niños laboran antes de haber cumplido la edad mínima legal y en alto porcentaje en condiciones precarias, de alto riesgo o no remuneradas, que constituyen nuevas formas de trabajo esclavo.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) sitúa en esa cifra a la población infantil que trabaja antes de la edad de admisión de empleo o que realiza trabajos que deben prohibirse, según el Convenio 182 sobre las peores formas de trabajo infantil, en vigor desde 2000.

La gran mayoría labora en la agricultura, pero también en sectores de alto riesgo como la minería, los basureros, el trabajo doméstico, la cohetería y la pesca.


Una niña pela mandiocas (yucas) para la elaboración de harina en Acará, en el estado de Pará, en el noreste de la Amazonia brasileña. En los sectores rurales de Brasil es una costumbre arraigada que los niños ayuden en actividades agrícolas de la familia, bajo el argumento de transmitirles conocimientos


Tres países, Brasil, México y Paraguay ejemplifican ese trabajo infantil en la región, que incluye formas de neoesclavitud.

En Paraguay, con 7,2 millones de habitantes, la figura del “criadazgo” se remonta a la época de la colonia y persiste pese a leyes que prohíben el trabajo infantil, explicó a IPS la abogada Cecilia Gadea.

El criadazgo tiene su origen en los trabajos “forzosos y peligrosos” a los que sometían los colonizadores españoles a mujeres y niños indígenas, explicó Gadea.


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